Presentación

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miércoles, 12 de agosto de 2020

Don Atanasio

Con las campanas llamando a misa
y con su esposa muy presurosa
don Atanasio pierde la prisa
y se entretiene con cualquier cosa. 

Es aburrido pasar rezando
toda una hora sin nada más,
como si luego de ir caminando
por tantos años no se halle paz. 

Pero la esposa tira con fuerza
para que el viejo siga el camino. 
Maldito paso, cómo le pesa
a este renuente viejo ladino. 

Entre guirnaldas y tamaleras,
don Atanasio se encorajina,
pasa pateando latas y fieras
pero su esposa dice —¡Camina!

Las calles pronto se vuelven menos
y el campanario más fuerte suena.
Si acaso es cierto que Dios es bueno
que baje y quite esta condena. 

Llegando a misa ya no hay campanas,
ya no hay esposa y tampoco apuro,
sólo hay un alma que se desgana
porque rezar siempre es muy duro. 

Glauco

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