Eterna música de la experiencia,
provocando los celos del silencio
y huyendo de la guadaña del tiempo,
nos traes la eternidad en recompensa.
No sé si habrás venido o si ya estabas,
si vengo a tu presencia o tú me haces
tener presencia propia en los fugaces
atisbos de lo eterno que me cantas.
Henchida del fragor de lo mundano
me llenas de la sensibilidad
del Ser, de ser y estar, sentir y amar.
Has hecho para mí el imaginario.
Y aunque no sé del mundo verdadero
en ti me atajo, nazco, vivo y muero.
Glauco
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