Presentación

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jueves, 5 de noviembre de 2015

El espejo


Son múltiples los escenarios que la naturaleza ofrece y, de los que se ha sido testigo, tal es el caso de la puesta del sol, de un frío y nublado amanecer o de una tarde lluviosa. La contemplación de tales panoramas quizá no es lo primordial en las personas. Pues entre tantas tareas y ocupaciones por cumplir, el permitirse este tiempo para apreciarlos no es posible o simplemente no es necesario. O de igual manera, al suponer que no se obtendrá algún beneficio es inútil invertir tiempo en dicha actividad. Siendo así que se le considere como un distractor o una acción absurda.

Pero ¿qué sucede cuando se dice que “el día está o se ve triste” o cuando se asocia esta semejanza entre la percepción del estado del clima con los sentimientos? Tal vez no es absurda esta actividad de contemplación. Pues parece ser que hay un reconocimiento entre lo que se percibe de los escenarios de la naturaleza con los sentimientos. Como una especie de espejo, donde el reflejo es la identificación de cómo nos sentimos en ese momento al describir tales escenas. Y de este modo, no pasa tan desapercibido el hecho de observar aquello que se tiene enfrente. Aunque no con la minuciosidad de la contemplación. Ya que en la consideración de algunos, no hay tiempo para dicha actividad.


Sin embargo, no es tan ajeno encontrar alguna semejanza en la percepción de la naturaleza. Por ejemplo, cuando el día parece lúgubre y, coincide con el momento del eterno adiós de alguien o remite al recuerdo que causó tanta tristeza. O la tarde lluviosa que trae consigo la melancolía de algunos recuerdos. Y quizá también cuando los días con tan poderoso viento que, corresponden con ese momento en que se tiene miedo o se está enfadado. O los días que no son tan calurosos, permiten ese deleite de los panoramas y propician recuerdos agradables. Tal vez no se trate de coincidencias, sino de algún reconocimiento de nosotros mismos en tal percepción. La visión de nuestro reflejo en aquello que, al atender a tantas ocupaciones que quizá sean absurdas, queda opacado e ignorado. Pero en ningún momento olvidado, pues en tanto que se es sensible el reflejo estará ahí.  

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