Presentación

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domingo, 13 de diciembre de 2015

Clubs selectos



Decimos muchas cosas; varias son repeticiones. Una idea muy silbada: “sólo hay una vida”. Me encanta escuchar la frase, mas no silbarla, porque quien la dice no la entiende. Pero me preocupa mucho oírla, pues es un descuidado pretexto para cualquier justificación; un ladrón dice: “sólo hay una vida y esa es la mía…” mientras arroja al suelo a una señora que se resistía a dar su bolso (ahí tenía el dinero de su despensa mensual). Cualquier persona puede rechistarle a su consciencia: “tranquilo, sólo hay una vida”, para aprobar su infidelidad, para no sentirse un miserable. Quien usa la frase se puede volver adicto a ella; las malas acciones causan placer. 

Estudiosos que rellenan su actividad intelectual con joyas, como si de una corona real se tratara, usan clichés constantemente. Uno de mis favoritos es: “el amor es parte de la condición humana”. Cuando hablan así, supongo, pretenden que los cielos se estremezcan y retumben en un sonoro aplauso; al menos, dichos intelectuales, esperan causar un silencio absoluto de admiración; pacientemente espero que, pasado el momento de la revelación, se explique la frase. Pero me llevo tremendo chasco, pues pasan a decir otras verdades que sólo ellos entienden. Debo conformarme y guardar en mi bolsillo la afirmación: amor es un cachito del hombre. 

¿Por qué caemos en los estrechos espacios de las respuestas repetidas? Además de emplearlas como justificación moral, son cómodas, lo admito. Porque yazgo, al usarlas, en el suave colchón de la conformidad; porque estoy incluido en un selecto grupo, participando en una pandilla. Ambas razones estancan la barca que al mar, buscando los mejores lugares, navegó. Triste resulta usar a los amigos como justificación para detener nuestra navegación por un poco de tranquilidad. Pero más triste, casi me hace llorar cuando lo veo, es envolverse con una red de palabras para construir los mismos trapos y a todos presumirlos, es decir, repetir el mismo guion del melodrama para provocar siempre el llanto. Oír constantemente las mismas razones, leer que la base argumentativa no se explora ni un milímetro, es fastidioso. 

Fulladosa

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