Presentación

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lunes, 1 de febrero de 2016

El Nombrador mudo

Mi emoción es muda, como
la voz que en mí anida


Justamente no hemos hablado de dicho tema; tampoco nos sentamos a pensar si acaso queríamos formar juntos este proyecto; y, quizá, no todos comparten la misma opinión al respecto. Preguntarse en qué consiste ser un Nombrador mudo resulta pertinente en este espacio, pero hoy le veo muchas trabas y dificultades. Trabas por los diversos estilos aquí presentados en tres meses; dificultades por el origen del blog. Sin embargo, parece que todavía tenemos la piedra en bruto y haría falta, pues, esculpirla juntos.

Es verdad que a ti te invité a formar parte del blog, y también es verdad que aceptaste. A otros les propuse que hiciéramos un blog, ¿para qué? Para continuar el ejercicio de la escritura. Con mis amigos no discutí el para qué andar escribiendo, pues consideré que, si no todos, la mayoría convenía en que escribir es una formación del alma, ¿cuál? Me dirás, pues el ser “un medio para realizar plenamente el sentido humano”, contestaré. El mayor indicio que se puede tener de lo anterior es darse cuenta que el escribir se ha vuelto tan indispensable como el comer y beber. Y en las más de las veces comemos y bebemos en compañía. El talón de Aquiles en la lectura y escritura es verse impedido a dialogar, es enmudecer por imposición o censura; o mejor dicho: la piedra fundadora de la lectura y escritura es el diálogo. Quien censura su diálogo con los demás a su alrededor se halla lejos de realizarse plenamente como humano, y más todavía, de poder convivir con otros. Pero todo esto lo creí implícito, ingenuamente, en la pregunta: ¿les parece si formamos un blog?

Hubo quienes me dijeron que nada de esto funcionaría, pero hubo quienes, con ideas como salidas del horno, me decían que podíamos hacer esto y aquello. Y sucede que aquí nadie se gana el pan con su pluma. Es un hacer libre, pues aquí todos hablan de esto y de lo otro, y al paso caminamos dialogando con nuestros escritos. De ahí las indirectas, como decimos corrientemente, en algunas entradas. Dialogar no puede reducirse a los comentarios en las entradas del blog, pues ya dialogamos desde que me hiciste cuestionar y preguntar: ¿por qué dices lo que dices? Me puse a pensar al leerte porque tú te pusiste a pensar al escribirme, he ahí el retoño del diálogo. De vez en cuando este diálogo nos mueve a reunirnos, a dialogar de frente, a conocernos aún más. Pero todavía hubo quien dijo: y eso de reunirnos, ¿para qué?

De modo que todos aceptamos, por estas u otras razones, a escribir. Hemos asumido, queriéndolo o no, el papel de escritores. Ciertamente no todos gozan del arte de la escritura, pero los hay quienes todavía nos esforzamos en ello. Mejorar nuestra escritura es el deseo de dialogar sin una polvareda de obstáculos. (Pues no quiero confundirte si escribo: ‘si con lo que dices lo veo obtuso’, cuando quería decirte: ‘sí, con lo que dices lo veo, obtuso’). En efecto, leyéndonos nos damos cuenta que no coincidimos con el pensamiento del uno o del otro, y a esto los hay quienes quieren enderezar el pensamiento de los demás, así como los que asienten, desde su diván, con la cabeza. El Nombrador mudo es un escritor.

Pero aquí escribimos de cosas diversas, algunos con ensayos, poemas, cuentos, meditaciones, críticas, comentarios, aliteraciones y hasta pensamientos adagio-cuentistas (disculpen, no conozco ese género con mezcla de anécdota y sentencia breve, tal vez ustedes sean mejores nombradores que yo). Con esta miscelánea de escritos el blog no tiene patria. No somos un blog de literatos, pero leemos literatura; tampoco uno de crítica o protesta, pero algunos son conscientes del estado actual de nuestro país; ni siquiera un Ateneo de la Juventud cibernético, aunque algunos ofrecen sus creaciones literarias y guardan, quizás, en sus corazones el deseo de hacer de México un lugar feliz; tampoco es un blog filosófico, aunque la mayoría sean egresados de la Licenciatura en Filosofía y guarden en sus escritos el deseo de reflexionar y dialogar. Y de ahí que el blog, originalmente, nunca tuviera nombre. Y no lo tuvo por dos buenas razones.

Primero, porque no quise ceñir el blog a ciertos límites formales, de contenido y de público. Todos son libres de expresar con su pluma lo que su alma calla en las calles, o lo que quizás tuvo que callar durante cuatro años en la Facultad. O, mejor dicho, todos somos libres en dialogar sobre lo que nos interesa y llama nuestra atención. Además, el blog es de todos, incluso de los que no escriben y nos leen de vez en vez. Si por mí fuera le hubiera puesto “Los restos de Alejandría”. Pero no es así. Y a la urgencia de un nombre nos vimos en la necesidad de colocar, querido lector, el que ves puesto. En efecto, es difícil llegar a un común acuerdo.

Segundo, alguien oportunamente dijo: «somos malos nombradores, deberíamos llamarnos “Los Nombradores mudos”». ¡Perfecto! Me dije a mí mismo, es como un nombre vació al cual le puedes dar el contenido que tú desees. Es una contradicción (o un buen oxímoron, como alguien me dijo), lo sé, pues el mudo no lo es por saber callar, sino porque no puede hablar. Si no puedes hablar no puedes nombrar. En cuyo caso debimos llamarnos “Los Nombradores silenciosos”, pues estar en silencio es no hablar cuando se puede hablar. El silencio, como diría el Maestro Pancho, es pensar y no hablar cuando se puede hablar. Y, como debe ser, del silencio han brotado las mejores obras del hombre. Pero aquí la mayoría somos jóvenes inexpertos, que pasamos juntos cuatro años de nuestras vidas tras salones pintarrajeados y olor a comida. Luego pasé varios meses sin su compañía. Extrañaba dialogar con ellos, quise seguir cultivando nuestra amistad. Entonces me vino la idea de un blog. El Nombrador mudo es, pues, un escritor que dialoga con sus amigos.

Pero aquí no todos somos amigos, pues los hay quienes ni se conocen. Y tampoco conocemos a todos nuestros lectores. Pero no importa, pues como dice Salvador Novo, hay dos maneras de trabar trato con los escritores: “cultivando su amistad o leyendo sus obras”. Nosotros tenemos la ventaja de hacer las dos, ya que de Wilde o de Platón sólo nos queda hacer lo segundo, mas no lo primero. Así, leyendo nuestros escritos podemos dialogar cultivando nuevas amistades y cosechando de las ya sembradas. Entonces, ¿de dónde nos vino la mudez?

Muchos somos conscientes que hay un Palacio de las Letras y las Palabras, es decir, de aquellos que de veras han contribuido con su pluma a los cambios en el mundo, a la cultura del mañana. Las puertas de dicho palacio se abrieron, a veces con libros, a veces con guerras, y nosotros hemos fisgado al interior, a través de una ventana, o dicho de otro modo, a través de nuestra pluma y la lectura, no sin olvidarse de la experiencia. Asomarse al Palacio es como querer ver al sol de frente, con posibilidad de caer en la ceguera; en nuestro caso, en la mudez. Habemos quienes tratamos de contar lo que por ahí vimos, pero también los hay quienes tratan de contarnos lo que oyen desde su corazón y un tanto del Palacio. En ambos casos el diálogo permanece. Nuestra mudez no es imposibilidad de expresión, sino la dificultad en poder expresar de lo que a veces no se puede hablar con los demás: de nuestros gustos e intereses, de nuestros sueños y anhelos, de la felicidad, la verdad y el conocimiento. La emoción resultante, de compartir lo que guardamos en el corazón o vimos en el Palacio de las Letras, la calcamos al papel día con día, y enmudecemos, por tanto, por alegría. La mudez no es trabazón, es un esfuerzo de la pluma de cada escritor en querer expresar lo que anida en su alma, o en la voz de su corazón. Porque muchos nos sabemos nimios ante las autoridades de las letras, de los verdaderos pensadores o escritores, de aquellos gigantes o colosos. Tras estudiarlos enmudecemos, no por imposibilidad, sino por asombro. Y aquí, cabe decir, el Nombrador mudo comparte dicha emoción, es decir, su asombro, alegría o tristeza por medio de la escritura tras haberse asomado al interior del Palacio de las Letras o a su corazón. Y puede que con un tropiezo podamos vivir mejor.

Ganarse la vida con la pluma es algo que parece privilegio de unos cuantos. Los espacios para dicha profesión, si quiere verse así, son pocos y de difícil acceso. Y henos aquí, abriendo un espacio para pequeños escritores, deseosos de dialogar, de compartir sus pensamientos y emociones con sus amigos y un pequeño público a través de su pluma. Es así, querido lector, como se ha venido tejiendo el blog de “Los Nombradores mudos”.

Considero, bajo mis escasos recursos, que en eso consiste ser un Nombrador mudo, si acaso les ha parecido a los escritores presentes y nuevos en este blog. De no ser así también pueden expresarlo, recuerden que tenemos la piedra en bruto,

porque es mejor verlo juntos que solo.

Y a ti, querido lector, me detengo a ofrecerte una imagen más clara de lo que puedes toparte al asomarte aquí, ya que también formas parte de nosotros al leernos. Puedes compartir con tus amigos lo que aquí encuentres, o puedes guardártelo, como juguete de colección, en tu alcoba de objetos extraños e inútiles para que te sirva de entretenimiento en tus horas, privilegiadas, de ocio.


Aurelius

10 comentarios:

  1. Coincido en tus observaciones sobre lo que es ser un nombrador mudo. Afortunadamente la multiplicidad de significados nos da la posibilidad de no encerrarnos en las estrecheces de los "ismos". Por cierto, yo creí que éramos nombradores mudos porque el acto del pensamiento es ir nombrando con mucho esfuerzo; el nombrador mudo es aquel que está reflexionando.
    Por otro lado, me gustaría saber cómo crees tú que se da el diálogo cuando no es personal, pues la esencia del diálogo es "eros" (lo entrecomillo para resaltar su importancia y que no se confunda con la chafa comprensión de la pasión actual)y ese se manifiesta en la conversación cara a cara. En ningún diálogo de Platón se nos dice que Sócrates converse mediante cartas o por recados, sino mediante el diálogo vivo, cara a cara.

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  2. Es agradable que coincidas. No creo que estés errado al pensar que el Nombrador mudo debe su mudez a la reflexión. Considero que esa es la causa del asombro, de donde nos viene la mudez. Luego nos da por compartirlo.

    Contestando a lo segundo. El diálogo, cuando escrito, no pierde su esencia dada por Eros. Aunque presente cara a cara por necesidad, no por estar escrito hemos abandonado el amor por saber. Creo que se pierde aquella esencia, y por tanto el diálogo, cuando por medio de la escritura no dejamos una huella o rastro de nosotros mismos (lo que difícilmente sucedería, según veo). Dicho de otra manera, cada uno de nosotros está, de algún modo, en todo lo que escribimos. Al leernos, sin necesidad de vernos las caras, vemos el reflejo de nuestras almas en estos signos que, de algún modo, comunican nuestras ideas. Si esto es verdad, en el acto de la lectura trabamos diálogo escritor-lector. Siempre que escribimos, escribimos para alguien, incluso cuando es para nosotros mismos. En ambos casos permanece el diálogo. Nos expresamos a través de la escritura. De lo contrario no tendríamos acceso a la lectura de los clásicos y, por ende, todo libro sería mudo. Toda entrada en este blog afecta, en mayor o menor medida, la escritura de los demás, y por tanto su expresión. Pero esto no se limita únicamente en lo escrito, gracias a ello somos movidos a vernos, reunirnos y dialogar, o platicar o al palique. De ahí, creo, el que Talio haya hecho una propuesta para reunirnos; de ahí que, en mi caso, continuáramos dialogando por medio de este blog.

    Además, recordarás, pues debes tenerlo fresco, en cierto Diálogo de Platón únicamente tenemos acceso a las palabras de Sócrates debido a que uno de los personajes se dedicó a transcribir sus palabras. Con ese juego de niveles narrativos Platón nos está diciendo que la escritura, en efecto, mueve, propicia y es diálogo. De lo contrario, en aquel diálogo Sócrates no dialoga, si es verdad lo que digo. Somos un Terpsión topándose con Euclides cuando leemos a Platón.

    Gracias y disculpa si me extendí demasiado, pero tu pregunta es pertinente. Me aclaró algunas dudas personales.

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  3. Agradezco tu respuesta, pues me sucita más dudas, principalmente si me di a explicar lo suficiente en mi primer comentario. Una cosa es escribir, otra escribir con amor y otra mucho más distinta ser leído con amor. Espero que mínimo seamos leídos con seriedad, y es aquí donde surgen más problemas, pues a veces sólo somos leídos por la belleza del aura que deja nuestra pluma o por lo entretenido del escrito. Junto con ello, está el problema de que nos gusta leer lo que queremos que nos digan, es decir, los lectores tenemos ciertas ideas que aceptamos sin mucha reflexión y cuando leemos algo que nos confirme dichas ideas lo aceptamos (lo contrario sucede cuando las ideas son adversas a nuestros gustos); dicho brevemente: regularmente leemos lo que nos gusta leer, no lo verdadero. Lo anterior lo puedes corroborar cuando ves más personas que les gusta leer más al Marques de Sade que la Biblia. Además, nuestro contexto nos afianza dichos gustos; esto nos dificulta el acceso adecuado a los clásicos: ¿cuántos no hemos leído el Quijote como un gran e ingenioso chiste?. Coincido en que podemos conocernos mediante la escritura, pero no sé si nos conocemos plenamente(también podemos afianzar nuestros errores); quizá sea mejor preguntar: ¿qué de nosotros conocemos cuando escribimos? Con lo anterior es obvio que no todos leen lo mismo en un libro: ¿cuántos no ven a mujeres abnegadas en las heroínas de las tragedias griegas?
    También coincido en que La escritura nos mueve a reunirnos, pero eso no es una ley, es decir, no todos los que leemos tenemos ganas de platicarlo con alguien; mucho menos tenemos ganas de reflexionarlo.
    Creo que es posible el diálogo en este blog, porque nos conocemos, pero no somos conscientes, al menos no todos, de los cambios de cada uno.
    Finalmente: en el diálogo "Teeteto" leemos algo que alguien presenció y fue aprobado (no sabemos con qué intención) por uno de los protagonistas del diálogo. Asimismo, leemos escenas y argumentos, aquí, en el blog, la mayoría escribe ensayos que no necesariamente están en el contexto de una escena.
    Creo que de todo lo que te escribí puedo concluir una sola cosa: no toda escritura es diálogica y no todo lector lee dialogicamente. Visto así, reformulo mi pregunta: ¿qué escrito sí posibilita el diálogo o mueve al amor por el saber? Disculpas aceptadas; ahora discúlpame tú a mí.

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    1. Si todo converge en lo último que has dicho digo lo siguiente. Coincido contigo en que no toda escritura es dialógica y no todo lector lee dialógicamente, entendiendo al diálogo únicamente de manera platónica. Lo que estoy diciendo es que el hombre, al ser expresión en muchas manifestaciones (ahora nos ocupamos de la escritura), siempre se haya en la posibilidad de dialogar. No me gustaría ceñir el significado de diálogo al platónico, pues de ser así temo que muchos de los de aquí, y una parte de nuestra experiencia, no quepan en él.

      Toda palabra mueve al diálogo, como expresión del ser y hacer humano. De lo contrario, como dices, pocos son lo que leen lo verdadero, y habría que precisar cómo nos damos cuenta que es verdadero o si habla de la verdad lo que leemos, si por no coincidir con nuestros gustos o alguna otra razón. Por eso saber qué escrito sí posibilita el diálogo es bastante complicado. Porque yo te podría decir que incluso los cómics de Marvel mueven al diálogo, pues hay un número donde Ultrón nace de Iron Man como lo hace Atenea de la cabeza de Zeus. Pero si el diálogo únicamente se entiende al modo de Platón, el verdadero diálogo lo es, como has dicho, cara a cara, y el ejemplo que te di no tendría relevancia alguna. Pero en esto hay una trampa, quizá tuya y un tanto de Platón. Pues de los diálogos, verdaderamente filosóficos de Sócartes, únicamente tenemos el testimonio que Platón dejó de ellos por medio de la escritura. Y de algún modo habría que darle cabida a Jenofonte y Aristófanes.

      Traje a colación el diálogo susodicho de Platón porque me daba la impresión que estabas pensando únicamente al diálogo como lo hace Platón. Y no digo que esté mal, al contrario, también soy de la idea que de ahí nace el verdadero diálogo pero, ¿dónde queda lo demás que platicamos o charlamos con nuestros amigos de frente o con lo escrito?, ¿si no es diálogo, entonces qué es? No dije que los del blog fuéramos Terpsión, sino que todo lector de Platón a veces la hace de Terpsión al acercarse a las palabras de Sócrates.

      Disculpado, espero haber aclarado tus dudas, pues a mí, en verdad, me aclaras muchas inquietudes personales.

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  4. Agradezco tus palabras, Aurelius. Disculpa si retomo nuevamente algunos puntos anteriores. Creo que por saber qué es el diálogo hubiéramos comenzado. En una carrera, no te será difícil reconocerla, dicen que el diálogo es retroalimentación, sugiriendo que no todos somos sabios y entre todos podemos aprender. Esto lo aceptan ellos y, para que sea posible, me parece que los dialogantes deben reconocer sus limitaciones y estar dispuestos a escuchar. Creo pertinente, entonces, preguntar: ¿encuentras otras condiciones que posibiliten el diálogo? Te hago esta pregunta, porque en mi anterior comentario puse lo que, hasta donde entiendo, dificulta el diálogo. Y nuevamente he de insistir en algunos puntos anteriores, aunque vistos desde otra perspectiva, pues si lo que dije es cierto, la expresión del ser está mediada o filtrada por el contexto histórico en el cual inevitablemente nos encontramos imbuidos. Me parece que tú dices lo contrario. Llevando un poco a la exageración la postura anterior, podría decir que no hay expresión del ser, sino de la historia. Visto así, y exagerando más, no hay diálogo ni escritura, sino manifestación de las modas o costumbres.
    Obviamente definir el diálogo platónico es complicado; y no sé si tu definición de diálogo platónico sea la misma que la mía, la cual le agradezco a mi Maestro, pues es sumamente clarificadora: el diálogo es estar mezclando conocimientos y opiniones. Pero en mi comentario tan sólo me refería al hecho de que nos imaginamos las escenas de los diálogos y eso va junto con los argumentos que se nos presentan ahí. Dicho de otra manera: el alma se mueve de diferente manera si entiende argumentos y capta escenas. Evidentemente no entiendo todo lo que se sigue de esta tesis, sólo que únicamente de esa manera es posible educar.
    Me está agradando este diálogo escrito, me ha hecho pensar en varias cosas.

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    1. Sería muy oportuno tener un punto de partida, como dices, en comenzar por saber qué es el diálogo. Pero con ello se muestra, justamente, lo que he querido decir desde un comienzo (tanto en los comentarios como en la entrada): el diálogo no tiene un inicio o final, siempre hay algo que decir. Todo diálogo es un decir, pero no todo decir es un diálogo, es lo que, creo, me estás diciendo. No quisiera atender a tu exageración (en parte porque considero que incluso las modas y costumbres son expresión del ser y hacer humano, pues forman gran parte de la historia), pues como dices, y a lo cual estoy de acuerdo, existen muchas cosas que imposibilitan el diálogo, pero no lo eliminan. Por eso dije que "el talón de Aquiles en la lectura y escritura es verse impedido a dialogar, es enmudecer por imposición o censura". En otras palabras, el diálogo se ve impedido cuando alguien decide, por alguna razón, que tal o cual cosa no sea del conocimiento de los demás, hágase por un tirano, por un soberbio, por un sabio o por un prudente.

      Sobre la definición del diálogo platónico considero que ya no podemos avanzar más, pues en este punto tendríamos que hacer hablar a tu Maestro, si es que tu definición es la misma que la de él. Yo, al carecer de una definición, te puedo decir que, leyendo a Platón, me di cuenta que (y con esto intento responder tu pregunta inicial) la única condición que posibilita el diálogo auténtico es la amistad, porque con ella el diálogo fluye, como debe ser, en ambas direcciones. Por eso dije que aquí no todos somos amigos, pero bien podemos serlos al leernos, o cultivando nuestras amistades sembradas. Porque la amistad, en la mayoría de los casos, no nace de la noche a la mañana. No todos tenemos la fortuna de toparnos con un amigo como lo hizo Montaigne o San Agustín. ¿Habrán más condiciones? Creo que sí, porque siempre habrá algo que decir, aunque no seamos amigos, y si no es diálogo quizá sea charla, plática, 'wiriwiri' o palique. Incluso cuando alguien censura la palabra con ello despierta la polémica y así, nuevamente, la palabra busca salir a la luz.

      El agrado es mutuo.

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  5. Creo que en apariencia coincidimos en muchas cosas; mejor dicho, en la generalidad de algunos puntos coincidimos, aunque no sé si también en sus particularidades. No hay que perder de vista que una cosa es la definición y otra la actividad misma que se define; la definición de diálogo, en este caso, quizá sea el resultado de una actividad dialógica.
    Con respecto a la definición, no creo que sea la misma, ni que pensemos lo mismo sobre ella. Tan sólo la propuse como punto de partida. Según entiendo la definición, el diálogo necesita de argumentos, para que se pueda entender lo que se dice y reflexionar en ello. Coincido con que la amistad posibilita el diálogo, aunque no sé si estemos pensando lo mismo, por eso me gustaría que explicaras más ese postulado. Por otro lado, lo importante no es solamente decir algo, sino se abarata la discusión, pues aceptaríamos cualquier palabra, no pondríamos atención a la compleja realidad y eso nos llevaría a un conformismo radical.
    Con cada comentario, creo, concretizamos nuestras ideas.

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    1. Disculpa la demora, pero tu pregunta no es tan fácil de responder. Definir el diálogo en verdad resulta bastante complicado. Pero no creo que estemos tan lejos de qué sea.

      Es verdad que se necesitan argumentos. No me estoy refiriendo a un simple decir donde sólo se crucen palabras sin sentido o pláticas vacuas, de ahí que haya dicho que todo diálogo es un decir, mas no todo decir es un diálogo. No es bueno, como dices, caer en conformismos o relativismos. Es por ello que saco a colación el asunto de la amistad. Ahora bien, aquí se desprenden muchas dificultades, sin embargo, considero muy importante el hecho de que sin la amistad difícilmente se consigue el intercambio de opiniones o, dicho de otro modo, el poder sacar nuestras ideas para ponerlas a prueba por el juicio o la opinión de otro. ¿Por qué sin la amistad esto no sucedería? Porque entre los amigos hay confianza, y es con ellos en donde vemos que podemos mostrar nuestros pensamientos, fruto de nuestra reflexión, sin temor a ser humillados, infravalorados o avergonzados por ellos (por nuestros pensamientos o por la presencia del otro).

      Esto dicho en pocas y breves palabras, a sabiendas que es un tema muy enredado y escurridizo. Y así, el Nombrador mudo gusta de dialogar con sus amigos y propicia el diálogo con los que no lo son, para que, si se da el caso, se formen nuevas amistades. Quizá y así se propicie el poder vivir en comunidad. Esto, obviamente, con ayuda de su pluma. Si la intención de algunos escritores en este blog es vaciar a cántaros lo que su alma guarda día con día para poder llenar diariamente su ánfora y continuar así el resto de sus días, no hay tanto conflicto. Mucho se consigue tratando de conocer a las personas por este u otros medios.

      Espero esto ayude y no complique más la situación.

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  6. Agradezco que me hayas dicho lo que pensabas, pues así me doy cuenta que, aunque partiéramos del mismo punto, nuestras reflexiones iban hacia diferentes derroteros. Permíteme decirte mis observaciones: al amigo le vamos a ofrecer nuestras mejores reflexiones, pues lo apreciamos y buscamos hacerle bien hasta con la palabra; por otreo lado, como nuestro amigo nos aprecia nos advertirá de lo erróneo y peligroso de nuestras reflexiones (esto, en el caso de Sócrates, como él ama la verdad, a sus amigos y a su polis, le advierte a sus dialogantes cuando sus pensamientos son erróneos o peligrosos, como a Hipócrates o a Teeteto; evidentemente, esto cancelaría que Sócrates busque humillar y sentirse más que su dialogante). Esto suponiendo que a tu amigo le interesa la verdad, pues si no, incluso te puede apoyar en tu error.
    Por cierto, me di cuenta que si a uno le interesa la verdad, puede esforzarse por dialogar con la otra persona mediante la lectura y la escritura, aunque no sean amigos. Esto, obviamente, si ambos se logran entender, es decir, ser lo suficientemente explícitos con lo que dicen y esforzarse por comprender los temas más complejos.
    Todo diálogo, creo que podemos ir vislumbrando, es una consecuencia de que dos o más personas se interesen por la verdad; en otro caso (algo semejante dijiste líneas más arriba), alguien puede dar la apariencia de dialogar cuando quiere engañar, para presumir y tiranizar.

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    1. Tienes razón, nuestras reflexiones apuntan hacia distintos derroteros. En cuanto a lo que has tocado con respecto al amigo y a la verdad, eso merecería otra discusión que ya se va alejando de lo que se pretendía en "El Nombrador mudo". Otro tanto sucede en el caso de la lectura y escritura, cuyo fenómeno tiene tanto de asombroso como de difícil explicación.

      Coincido contigo de que en todo diálogo va inmerso el interés por la verdad. De no darse el caso, no por ello demeritaremos a quienes se hayan en tal esfuerzo o, en su defecto, a quienes no tienen presente dicho problema.

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