Presentación

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martes, 2 de agosto de 2016

A Isabel



La mujer no es un poema en si misma.
Ella sola es carne y viento
Es el movimiento entre la cenizas de los hombres.
El poema está en sus manos
Sujetando delicadamente el vacío
Entre las grietas de tus dedos.
El poema está en sus labios
Diciendo la mentira
La que duele
La que inspira
La mentira del sueño
Del amor
Diciendo ese autoengaño
Con una voz que hace
Que dudes por un momento.
El poema es ese momento
En el que sus ojos gritan que te quedes
Que no vayas
Que no bebas
Que no riñas
Que la abraces hasta que sus párpados,
Cansados
Como abanicos suaves
Que susurran el polvo de tus penas,
Te liberen,
Pero haciéndote preso de su silencio
De las muecas que hace de cara a la almohada.
Y de vez en vez despierta para saber que aún sigues
Que sus largas piernas pueden más
Que la voluntad de mil hombres
Que sus blancos senos son más dulces
Que toda la lluvia aniñada en el cielo.
Que sus cicatrices son más bellas cuando las besas
Que todo lo que aspiras son sus venas,
Y su alma,
Y es su sueño,
Cuando acaricias con todo tu cuerpo
Ese poema que es una mujer
Cuando alguien la descubre.
Antes de todo eso sólo es una bella alegría
Antes del hombre la mujer era mucho más que un verso.

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