Convencerlos es
algo verdaderamente tentador para mí. ¿A quién no le gusta ver su voluntad impresa en
el alma de otra persona? Pero sería algo injusto e indigno, pues todo
convencimiento se hace con alguna intención política, la cual motiva a realizar
acciones justas o injustas; y estaría dejando de lado la buena y bella verdad
por mi placer. Si lo anterior se aleja del mero convencimiento con apariencia
de argumento, el trabajo de este blog (sí, el pensar y el escribir es un
trabajo) también se encuentra oscilando entre las dulces pero falsas palabras y el argumento
verdadero. Quien se sienta aludido podrá reprocharme en su pensamiento, pues no
querrá dialogar (no quiero suponer, y tampoco lo supongo, que es debido a su incapacidad para
argumentar), que la escritura no se trata de plasmar argumentos, sino
sentimientos que no pueden ser verdaderos o falsos, justos o injustos, buenos o
malos. Es decir, separan al hombre en dos: pensamiento y pasión. Y yo lo uno:
piensen lo que quieran, pero escriban y publiquen pensando y queriendo bien a su lector; no
lo engañen con sus bellas y falsas letras.
Me parece haber
encontrado el punto más complicado del divino diálogo platónico: ¿hay verdad
posible o todo es convencimiento? Respondo: después de llevar al absurdo la
idea de que el saber es percepción, Sócrates vuelve a reflexionar y defiende a
Protágoras disfrazándose de él, argumentando sofísticamente. Su defensa puede
sintetizarse de la siguiente manera: no hay verdad, el sabio es aquel que puede
convencer y decirle lo conveniente a la comunidad, convencerla de que deben
hacer lo que el sabio dice (para un ejemplo de esto, véase el mito y el
argumento del sofista en el diálogo Protágoras).
¿Cómo puede Sócrates demostrar que hay verdad y no todo se reduce a convencer
convenientemente?, ¿ha dado anteriormente argumentos para probarlo?, ¿qué tiene
que ver este asunto con la indagación sobre el saber? Tiene que ver en cuanto
que si sólo hay convencimiento no se sabe o se desconoce, sino parece que se conoce
o parece que no se conoce; o no es necesario conocer, sino sólo saber cómo se
puede convencer de que se conoce algo para obtener un beneficio. Además,
Sócrates sería un sofista más, peleando con los demás sofistas para ganarles. Con
respecto a la segunda pregunta, no ha dado argumentos para hablar de los
principios del conocimiento, pero sí ha sugerido la importancia de no confundir
la percepción con el hecho de entender el ser; podría afirmar que toda la
indagación hasta el momento ha sido para mostrar los absurdos de confundir
percepción con intelección. En lo sucesivo, si lo anterior es cierto y si hay
principios del conocimiento, si hay bases del conocimiento que nos puedan permitir
hablar de que el conocimiento tiene un orden, pues lo que se conoce, el ser,
tiene características que así nos lo muestran, se puede refutar al sofista.
También, si es que los compañeros del blog quieren pensar filosóficamente,
deberán preocuparse por alejarse de sus bellas entradas sofísticas.
Estimado lector: disculpa mis ausencias, pero otras muchas ocupaciones limitaron la posibilidad de hacerte una entrada lo suficientemente digna como para que la leyeras. Si algo extraordinario no pasa, seguirás leyéndome.
Fulladosa
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