Presentación

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martes, 27 de septiembre de 2016

Críticas tardías: Guëros.

La primera vez que vi la película estaba en la FES Acatlán. Sentarme solo, escuchar las bocinas garraspeantes de un auditorio que intenta formar parte del mundo actual y que de vez en cuando ofrece algo que vale la pena,  ver una película hecha para universitarios, me hizo contemplar elementos diversos que formaron una buena opinión sobre la película. Después de muchos meses de haberme enamorado de ella, la conseguí en la lagunilla tal y como lo prometió uno de esos ‘conocedores’ de cine que se ponen afuera de una tienda que tiene un sillón donde la gente puede ir y sentarse para beber unas caguamas; el sujeto me dijo <<cuando la veas en un puesto, significa que va a estar en todos lados. Los pinches cineastas de hoy prefieren vivir de los festivales, y se cuelgan de ellos lo más que se pueda. Viajan y la promocionan como la gran cosa, en vez de sacar el baro para poder distribuirla en el país, porque saben que aquí hay piratería, pero ¿quién hace la piratería? La gente que trabaja en los estudios. Nada más. Para cuando llegan a salir en DVD la gente ya hasta se olvidó de su película. Así le pasó a “La dictadura perfecta”>>. Es obvio que adorné sus palabras, porque para ese entonces él y yo ya llevábamos muchas cervezas encima. Pero esa era la idea general. Y tal y como lo dijo, cuando vi “Güeros” en el primer puesto de la entrada al tianguis, la vi omnipresente al lado de “Straigth Outta compton“. Al verla en mi casa me percaté de que ya no me parecía tan agradable. Que esa pequeña oda a al Distrito Federal, que la música de Agustín Lara, que la poesía y la autocrítica al cine ya no me parecían los ángulos rutilantes de un diamante que se dirigía a la perfección de manera tan repentina que incluso parecía que veía a Ruizpalacios como un hombre que podía detener el estanco del cine nacional. Cuando la vi por segunda vez pensé que en realidad sólo era una película para universitarios; anécdotas ociosas que se difuminaban en el centro de la historia, que en realidad es muy simple: cómo combatir el aburrimiento en la capital. Esta idea hizo que algunos críticos o criticones [dependiendo quién lo vea]- como Kristoff Raczynski- la considerara una película tibia, y tiene razón para creerlo. La película parece no dar un tema, o una idea que pudiera debatirse, sino más bien sólo presenta situaciones que carecen de una lógica elemental con la cual se construya una historia que no tenga como base la mera ejemplificación del ocio como argumento fantástico y que entonces convierte toda la pieza cinematográfica en una mera amalgama de imágenes atractivas que le dan el soporte que le falta a la historia como tal. Todo ese romance estudiantil hacia películas que exploren el lado más profundo de algo como las huelgas y las marchas, e incluso generalizándolo un poco más, todo lo que represente algún movimiento juvenil como por ejemplo en “Quadrophenia” (en la cual no hay nada de positivo en el ambiente), suele llamar la atención de una juventud desesperada por encontrar una identidad que le diga que forma parte de algo más que una formación académica rígida que somete las aspiraciones individuales de las personas, y las transforma en meros instrumentos al servicio de las instituciones (en el mejor de los casos). Es fácil comprender por que un público joven es el centro de la glorificación de la película.

Sin embargo, yo seguía considerando-como chilango que soy- que no había película que hablara tan bien del distrito federal y sus alrededores, ya que regularmente las historias que exponen en el cine nacional se centran estrictamente en los ambientes sociales y el choque entre  clases( que también aparece en la película). Por que… seamos honestos, eso es de lo único en lo que regularmente hablamos. Si no estamos hablando de asaltantes, secuestradores, carencia, marginación, corrupción, pobreza, impunidad, narcotráfico, en fin, en cualquier elemento infausto que nos rodee, parece que sentimos que no estamos viendo una película mexicana (a excepción de esas películas que intentan ser un símil de las comedias románticas Norte Americanas). Esto me hacia darle un lugar aceptable dentro de mis gustos personales, por lo cual la vi una vez más.

La tercera vez que vi la película pude captar elementos que complementaban lo que ya había visto la primera vez y me pareció una mejor película todavía. La idea de darle preponderancia al audio, a todos los sonidos ambientales de un encierro, a el sonido de la respiración en un beso deseado, al ataque de pánico tras la falta de actividades, es lo que hace que uno ponga atención a los detalles de la vida cotidiana que nos muestra la película, y también sirvió para recordarnos que a veces en el cine se nos olvida la importancia del audio. Comencé a pensar que el guión de Ruizpalacios y Gibran Portela (Autor de  “La jaula de oro”) no estaba tan mal después de todo, pero entonces pensé que al final esos grandes detalles son cosa de post-producción (la cual tardo cerca de dos años). La fotografía también es agradable, y se sirve de un blanco y negro que le ayuda bastante. Las actuaciones son convincentes y el ambiente estudiantil es retratado de una forma muy similar a como pasa en la universidad publica de nuestros días. También hay buen uso de la música. Pero en general sigo dudando del motor que inspira a los personajes, ya que la convicción con la que se manejan es completamente opuesta a lo que veníamos viendo desde un principio, y las situaciones que los rodean son en su mayoría sólo ambientaciones que bien podrían no estar ahí y no cambiarían en nada la historia de la película, o lo que es igual, muchas escenas  están ahí nada más para agregarle el toque de Road-movie que querían presentar. 

Y para terminar, hay un tema que si es interesante dentro de la película más allá del ocio puro. La cuestión racial es algo de lo que no nos hemos desprendido. La separación de identidades mediante la selección por el color de piel y el valor que se le atribuye  a la descendencia racial es todavía un elemento que afecta a la concepción de una alianza social. Estas distinciones pueden ser sin dolo, por mera costumbre, o pueden hacerse para denotar las aparentes deficiencias argumentales de las personas que expongan ideas que según el color de su piel no le pertenecen. Y es curios que tanto el título como la palabra sean sólo una cohesión anecdótica y no sea el elemento central de la historia base, que es la búsqueda de Epigmenio Cruz. De cualquier manera es una película recomendable para estudiantes universitarios, y puede ser que cada que lleguen nuevas generaciones podrán sentirse identificadas con la película y es probable que por esa razón llegué a no desaparecer tan fácilmente del imaginario colectivo estudiantil.

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