No es un pecado y tampoco una hazaña.
Sucede y nunca nadie ha de saberlo.
Nace para no ser y a la vez serlo.
Cura el alma al momento que la daña
No encuentra su prisión mas está preso
en un laberinto en el que el minotauro,
sin relación con el dios pastor Glauco,
quiere irse en un camino sin regreso.
No sale y sin salir él ya está afuera,
pasando indetectable ante los ojos
y sin pronunciarse en los labios rojos.
No se le dice a nadie ni a cualquiera;
convertirnos en ellos es decreto:
siendo nadie y cualquiera está el secreto.
Talio
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