I
Siempre miro la luna.
Siempre miro el sol.
Nunca miro la diurna
luna que oculta el sol.
Siempre miro las flores.
Siempre miro el sol.
Nunca miro los amores
de flores bajo el sol.
Siempre miro las casas.
Siempre miro el sol.
Nunca miro las brasas
en las casas sin sol.
Siempre miro las sendas.
Siempre miro el sol.
Nunca miro las riendas
de las sendas y el sol.
Siempre miro las aves.
Siempre miro el sol.
Nunca miro las graves
aves negras del sol.
Siempre miro los perros.
Siempre miro el sol.
Nunca miro los fieros
perros ladrando al sol.
Siempre miro los hombres.
Siempre miro el sol.
Nunca miro los nombres
de hombres mirando al sol.
II
Y así mirando la luna
crece la imaginación.
Miro las flores y en una
encuentro fascinación.
Mirando las casas siento
profunda seguridad;
mirando sendas lamento
sentir intranquilidad.
Sigo mirando las aves
proyectando en su volar
su sombra que no sabe
que el perro le va a ladrar.
Y así mirando los hombres
miro lo que antes ya vi.
Miro del sol resplandores
que alumbran en torno a ti.
Talio
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