Me robaron los ojos y yo sigo mirando
por aquellos caminos donde se los llevaron,
a veces veo las palmas, a veces miro al piso,
jamás al que lo hizo.
Aquel día del asalto, me robaron la lengua.
Ya sin tener palabra: el pensamiento mengua,
también las emociones se vuelven en desgracia;
el alma queda lacia.
Con el alma cansina lo demás fui perdiendo
sin notar, sin dar cuenta, que me estaba cayendo.
Sin pies y sin pulmones, respiraba cansado.
Todo me lo han robado.
No teniendo ya nada, con volar ya no sueño.
Hablo sin el desprecio que hace el norte al sureño.
Miro sin pensamiento, sin corazón, sin ojos,
sin pisar pasos flojos.
No teniendo ya nada, no vivo en este mundo.
Un nuevo peregrino, un hombre vagabundo.
No inventé la experiencia, ni le di nueva forma.
No hice en un día Roma.
Ahora soy otras manos, y soy el nuevo suelo,
soy palabra invisible y corazón de cielo.
Soy aire que respiras y capacidad de amar.
Nadie me puede robar.
Ahora veo al asaltante, y sé que no fue malo.
Apareció en mi sueño con la forma de un halo.
Me apartó del engaño y del mundo ficticio…
Hombre del paraíso.
Talio
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