La siega recogió todas las huellas
dejadas por la yunta de tus besos
en mis labios groseros y traviesos
que gritan a tu ausencia sus querellas.
Tus besos se apagaron como estrellas,
volviéndose, de mi dolor, confesos,
llevándose a tirar mis embelesos
en el río de sequía de las botellas.
El campo es herramienta del progreso,
se mueve para dar el alimento
al desinteresado jornalero.
Tus labios no dijeron más que eso,
que sólo explotarían mi sentimiento
sin importar lo mucho que te quiero.
Glauco
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