La mirada se me pierde
buscando mirar tu cuerpo
por afuera y por adentro,
adentro donde te hierve
la lascivia del amor,
afuera donde se muerden
tus poros y tu sudor.
Pienso en separar las copas
que tus tobillos sostienen,
en brindar con nuestros bienes
desnudos de nuestras ropas.
Vestidos con el calor
la mortalidad es poca
aunque sea mucho el temblor.
Quiero ver llegar el día
y cuando lo vea llegar
no quiero ver llegar más
que tu cabellera fría
hasta el telar de mis dedos,
que tus gritos de agonía
se vuelvan aullidos fieros.
Anhelo aquí tu presencia
y anhelo aquí tu saliva.
Anhelo que la prohibida
cueva de la incandescencia
me reciba eternamente
para llenarme de vida
y vivamos para siempre.
Glauco
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