Somos la flor que adorna las aceras,
oculta en jardineras,
como un momento típico y fugaz
que sin poder saberlo queda atrás
y ya no hay nada más,
ni flores, ni experiencias verdaderas.
Somos un paso que entre tantos pasos
se queda hecho pedazos
y no deja su huella en el sendero,
ni deja dejar huella al compañero
que antes pasó primero,
haciendo de las huellas mil retazos.
Y así haciendo que somos, somos nada,
no importan el honor ni la piedad,
tampoco la verdad.
La verdad está sobrevalorada:
pues parece mostrar la realidad,
más esa realidad es inventada,
tan sólo imaginada.
Y somos un trozo de eternidad.
Glauco
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