Hace tiempo un caballero
dejó su yelmo en la mesa
y salió al abrevadero
por su caballo Cereza.
Su caballo había escapado
y todos rieron de él,
cuando regresó a comer
su yelmo se había extraviado.
Sin su casco y su caballo
se arrebató la armadura
convirtiéndose en vasallo,
renovando su figura.
Se alejó de su lugar
poniéndose bajo el yugo
de cualquier señor feudal
que le diera un nuevo mundo.
En la casa de su amo
limpiaba algo parecido
a lo que un día fue su yelmo,
ese que ahora está perdido.
Al acercarse al establo
se encontró una gran sorpresa,
ahí estaba su caballo,
su fiel amigo Cereza.
Pudo haber recuperado
su vida caballeresca,
pero ya había abandonado
su armadura en la taberna.
Así siguió con su vida
buscando un nuevo sentido
que deshiciera la herida
de lo que antes había sido.
Glauco
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