¡Qué malvados hemos sido
al condenar al traidor
que entregó a nuestro Señor
para ser escarnecido!
¡Él sólo quería ser fiel
a su amistad y a su amigo!
¡Se despojó del abrigo
de vivir junto a Emmanuel!
Por nosotros perdió el cielo
y aún así lo condenamos
como si su inmensa ayuda
estuviera por los suelos.
No comprendo por qué odiamos
con tanto calor a Judas.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario