Hacer el mal no nos hace
malos en toda extensión,
sólo nos trae confusión
y con ella nos deshace.
Pero hacer el mal permite
ser vistos como malvados
y seremos condenados
por la mesa del convite.
El mal se esconde y se muestra
en iguales proporciones,
haciendo a los corazones
moradas de fe siniestra.
Hacer el mal nos convierte
en engaños de la muerte.
Glauco
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