Se llena la palabra de sonido
cuando el sonido lleno está de aire.
Se mueve la palabra con donaire
cuando no es alcanzada por el ruido.
Endulza ese donaire los oídos,
seduce a la razón y a su desaire.
Sonido y movimiento hacen el baile
en donde la palabra hace sentido.
Por eso hay que escribir como tormenta
de viento sobre el campo del papiro,
para que cada letra sea un respiro.
Así en cada respiro se acrecenta
la vida con que suena la palabra;
palabra que en el sonido se labra.
Glauco
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