Qué persuasiva es la muerte.
Cuando pronuncia palabra
con su quijada macabra
la realidad se convierte
en una razón inerte.
Podemos argumentar
que nos queremos quedar,
pero ella en su contundencia
nos quitará la consciencia
para no poder hablar.
Habla apasionadamente
del valor que la partida
le revela a nuestra vida,
un valor que eternamente
se quedará en nuestra mente.
Dice que todo el amor
con que fuimos fruto y flor
tendrá un profundo sentido,
porque lo que hemos querido
será eterno en el Señor.
Le dice a nuestros anhelos
su gratitud y alegría
por permitir que la vía
dirigida hacia los suelos
nos haya dado los cielos.
Le dice a nuestros dolores
sus gratitudes mejores
por permitir que en la cruz
viéramos similitud:
nuestro amor y otros amores.
Hace callar las cascadas,
los rugidos y las liras
para que cuando respiras
sientas fuertes bocanadas
de ilusiones terminadas.
Siendo así de persuasiva
la muerte le habla a la vida,
le dice que ceda el paso
mientras le ofrece su abrazo
para quitarle lo viva.
Glauco
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