Más allá de las montañas
hay horizontes y mares
que enmarcan otros lugares;
tierras lejanas y extrañas
al fondo de las entrañas.
Más allá se haya la casa
del que por el mundo pasa
y busca dejar su paso,
más allá de mar y ocaso
está el todo que le abraza.
Mientras recibe el abrazo
del todo va al infinito
dibujando un caminito
con un delicado trazo
que se convierte en zarpazo.
Entre lo bestia y lo humano
se impone ver cómo hermano
a quien cruza su camino,
ése es el pobre destino
de ese hombre tan lejano.
Pasa brindando la mano
para ayudar y robar,
para despojar y dar
lo que para unos es vano
y para otros es ufano.
No entiende de la verdad
pero ve la realidad.
Es un hombre que se lanza
por el camino y avanza
a su hogar del más allá.
Es alguien que anda de más,
que va por raros senderos.
Es alguien que a los guerreros
les ofrece algo de paz
matándolos por detrás.
Es fruto del chabacano
crecido en el sol peruano,
mezquita tallada en mármol,
cruz tallada de algún árbol.
Viene y va el hombre gitano.
Glauco
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