Hace tanto, ya, que nos caímos
de la mano de Dios, del paraíso.
Caímos donde brotan animales
y nosotros no brotamos
porque no somos iguales.
La desigualdad la amamos
aunque sea el origen de los males.
No somos perro ni somos gato.
No podemos volar como el albatros.
No tenemos corona de león
ni la inocencia del ciervo
en nuestro corazón,
tan hambriento como el cuervo.
Somos un gran defecto en la creación.
El defecto hambriento por lo bueno
se vuelve amor. Se hace perfecto
el mundo que sostiene nuestras plantas.
Nuestros ojos van al cielo
y la luz no los espanta,
se convierte en nuestro velo
más suave que una seda fina y blanca.
Caer fue el padecer más necesario
para la vida digna del encanto,
aquello que no ven los animales
por no venir del creador,
sino de la tierra y sus males.
Porque sentimos amor
caemos para ser todos iguales.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario