No es que yo haya querido traicionarte.
Te juro que pensé en lo que dijiste,
pero cuando, por profecía, te fuiste
no me quité este miedo para amarte.
Tu amor cayó en mi vida como un rayo
y como un rayo me llené de miedo.
Por el amor a ti negué mi credo
tres veces antes de que cantó el gallo.
Para darte mi amor te necesito
aquí en mi corazón, aquí cerquita,
donde mi fe se alienta y se encabrita.
No es mi traición la prueba de un delito.
Es prueba de que sólo en ti soy fuerte.
Gracias por apartarme de la muerte.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario