Vestí mi traicionera indumentaria
y me llevé conmigo la treintena
con la que me pagaron tu condena.
Juro que mi traición fue necesaria.
Yo no quería besarte en la mejilla
para hacer de mi beso una traición,
pero debí romperme el corazón
para que tú trajeras maravilla.
Confío que no me dejes en Judeca,
que por tu inmenso amor esté contigo
porque por mi traición yo soy tu amigo.
Por tu muerte la tierra no está seca,
está llena de vida, de esperanza.
Tu muerte es vida eterna y tú la fianza.
Glauco
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