La llama bella de la estrella llama
al mundo cuando nace lo nocturno.
Es la candela que la luz reclama,
diana que dicta el dulce de lo diurno.
Y enciende el cielo sólo en una zona
muy pequeñita, añoranza soñada.
En la inocencia el niño se emociona;
en madurez al marinero agrada.
Deja en los ojos joyas agitadas
en parpadeos de poca rapidez;
son centelleantes cebadas segadas;
son siderales luces del después.
Estrella llama a aquellas maravillas
que comenzaron con cada vistazo
y entre el labio de arriba y la barbilla
una luz se hizo beso y se hizo abrazo.
Glauco
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