Detrás del alambrado hay un cerrito
donde apacentan libres los conejos.
Allá pueden beber también los viejos
y despertar al eco con su grito.
El río puede, si quiere, detenerse
para tomar el cauce del descanso,
puede volverse tórrido remanso
y así sobre su cauce contenerse.
Las aves ven su sombra sobre el suelo
y piensan en surcar la tierra plana,
asegurando vida en el mañana.
Los niños buscan sombras en el cielo
que logren proyectar algo bonito.
Detrás del alambrado hay un cerrito.
Glauco
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