No he bailado reggaeton.
Inconsciente del momento
me muevo porque lo siento,
mas niego mi situación,
mi cadencia y mi emoción.
Finjo que soy Prometeo,
que soy mejor porque veo
más allá de lo evidente;
rechazo el intermitente
tumpa-tumpa del perreo.
En lo más profundo admito
que mi deseo más carnal
arde en el baile sensual
de aquello que necesito:
ese rico cuerpecito.
Soy consciente, y no lo creo,
de que siento el sandungueo
y aunque finjo que es lo peor
sé que no hay nada mejor
que bailar un buen perreo.
Glauco
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