El verano es primavera
nueva donde reverdecen
viejas flores.
Flores de lluvia y lumbrera;
flores a quienes les crecen
mil colores.
Ahora mi guitarra es piano
con que se mece mi voz
y mi alma;
melodía y voz de la mano
yendo juntitas las dos,
palma a palma.
Hay un sol con nuevos rayos
que no arden sobre la piel
sino brillan
en cicatrices y callos
y les tapizan de miel
amarilla.
La salida es nueva entrada
por donde la imagen pasa
a mi pecho.
Entre mi pecho y mi espalda
hay una latente casa
y hay un lecho.
Mi mirada se hace nueva;
planeta recién nacido;
todo nuevo.
El universo se eleva
y a lo que nunca he vivido
yo me elevo.
Glauco
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