Antes de que mi paso hiciera huella
y antes de que mi mano acariciara,
ya estaba el destino que nos depara
brillando, sin saberlo, como estrella.
Antes de que los montes y montañas
cambiaran el paisaje eternamente,
ya estaba aquel paisaje en una mente
divina y poderosa pero extraña.
Antes de que los buenos fueran malos
y antes de que los hombres fueran dioses;
antes de que los vientos fueran roces
y antes de que los robles fueran palos;
ya estaba lleno el caos de toda luz
y en medio de esa luz estabas tú.
Glauco
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