Es boca que en el viaje se alimenta.
Es ojo que en la oscuridad nos mira.
Es rostro que al saludo nos inspira.
Es fuerza que a la fuerza nos avienta.
Se alhaja de colores y sortijas,
de tierra fértil y cayosidades.
Encuentra en el trabajo sus bondades
y busca ser caricia que nos lija.
Su corazón encierra fortaleza
y su esplendor libera la dulzura;
no cambia, sólo cambia su figura.
Labra la destrucción y la belleza
en cada movimiento de lo humano.
De tantas cosas es capaz la mano.
Glauco
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