Permíteme ser hoja de tu rama,
hacer tu desnudez menos liviana.
Permíteme mirar por tu ventana,
ser guardia de tu sábana y tu cama.
Girar en tus suspiros como giran
las hojas en los raudos remolinos.
Girar en tu conducto cristalino
como gemido que a veces suspira.
Permíteme ser día que se levanta
desde la sierra del valle escondido
donde uvas y jazmines han crecido.
Girar hecho palabra en tu garganta
y declarar las glorias de lo eterno:
amarte es siempre cielo, nunca infierno.
Glauco
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