Un hombre misterioso viajó al Nilo
desde lejanas tierras de murallas.
En busca de su amor libró batallas
distintas para Sófocles y Esquilo.
El rey antiguo en su poder tenía
al fruto de su amor, de sus honores.
Teoclímeno dió forma a los horrores
de ver a su mujer en otra vía.
Sin más furia que el puño de su mano
quitó a su esposa Helena las cadenas
y regresó a sus sólidas arenas.
No fue guerrero injusto el espartano,
sólo vivió una guerra equivocada,
más esa historia es propia de la Ilíada.
Glauco
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