El calor no es el fruto de la furia
de aquel sol solitario allá en cielo;
no es que el sol nos esté retando a un duelo
al brindarnos sus rayos (aurea curia).
Quema el sol y pensamos que nos mata.
No pensamos en él como un amigo.
Rechazamos al sol cual enemigo
que al tormento pirético nos ata.
No es la furia el desboque de la espada
amarilla que acota al firmamento
y nos pone en pirético tormento.
Es la solar lasitud desbocada
la que expone el calor y lo quemado.
El sol no está furioso, está cansado.
Glauco
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