Todos le hablan a la luna
y la luna confundida
no sabe a quién escuchar
ni a quién dejar sin respuesta.
Muchas respuestas o una
dan igual, está dormida
la tierra y el ancho mar
la arrulla cuando se acuesta.
Todos le hablan a la flor
y le piden que demuestre
sus amores a los que aman
a través de su belleza.
Amores o un solo amor
no obedecen al silvestre
aroma que se derrama
en la real naturaleza.
Todos le hablan a Yahvé,
o como sea que le llamen,
y le piden bendición
para su agreste vivir.
Si Dios nos ve o no nos ve
es algo que nadie sabe,
nadie ve en su corazón
un Dios que le haga seguir.
Todos le hablamos a alguien
para que alguien nos responda
o para que alguien nos calle,
el caso es que a alguien le hablamos.
Quizá las cosas no cambien
y el hablar se nos esconda.
Quizá el silencio es el valle
donde nunca nos callamos.
Glauco
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