No sé de dónde vienen los sonidos
que a mí cabeza dan la resonancia,
quizá de afuera surcan la distancia,
quizá de adentro ahogan alaridos.
Gritan las melodías, se vuelven ruidos
que quitan lo importante a la importancia
como a las opiniones en la infancia,
como el cuidado sordo a los oídos.
Escucho muchas voces, mas no escucho
la voz sutil genuinamente mía;
oigo la noche, pero no oigo el día.
Es algo aturdidor escuchar mucho.
El ruido es misteriosa confusión
volviéndose en el tiempo una oración.
Glauco
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