Hola. Soy yo de nuevo.
Te escribo porque no
sé cómo hablarle al cielo
y él sepa que soy yo.
De ti tampoco sé
si sabes lo que digo,
tan sólo tengo fe
y tu harina de trigo.
Pues bueno, te comento
que espero de tu boca
palabras hechas viento
y aliento vuelto roca.
Quiero poder hablarte,
que te hable tu mamá
y que al aventurarte
digas mamá y papá,
que nos escribas cartas
con hilos de tu voz,
llenando las abarcas
de tu flujo de Dios.
Adiós, mi Violetilla,
más tarde volveré
con la carta sencilla
hecha de trigo y fe.
Glauco
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