Una lengua descriptiva
aparece más capaz,
más insolente, tan viva
que no se calla jamás,
que no hay quien la haga cautiva
del silencio de la paz.
Dice verdades completas
y también las dice a medias,
buenas, bellas, indiscretas,
falsas que nada remedian.
La lengua es una saeta
que a los débiles asedia.
No es el débil el que escucha,
el débil es el que habla.
El que escucha jamás lucha
con la voz que no se calla.
La lengua puede ser mucha,
mucha carga para nada.
Glauco
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