Al haber agregado a la infinita
serie un símbolo más ha devenido
el cuento eterno que no se marchita
siempre que alguien, cualquiera, lo ha leído.
Judá León al Golem le dió vida,
Scholem le dió vida a Judá León,
Meyrink a Scholem le encontró cabida
y Borges a Meyrink le dió razón.
Uno tras otro hinchieron la madeja
vana que ahí en lo eterno se devana
y así contaron la leyenda arcana
del Golem, un misterio que no deja
de sorprender a todo aquel que crea
lo que es, lo que ha leído y lo que sea.
Glauco
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