Los niños de la calle
sin lápiz ni papel
dibujan a sus padres
en cada hombre que ven.
Con las manos vacías,
llenas de soledad,
mendigan las caricias
con caricias que dan.
Se aprisionan el hambre
detrás del estupor
y aun sin lazos de sangre
hacen lazos de amor.
Atestiguan la lluvia,
el calor y la ausencia.
Ven pudrirse la fruta
aspirando su esencia.
En sus labios lo humano
no dibuja sonrisas,
es, más bien, lo profano
lo que arroja sus risas.
No se cansan los niños
de morir cada día,
de adornarse el aliño
con la melancolía.
Los niños de la calle
allanan corazones
robando lo que saben
los hombres de razones.
Robándose la infancia
en una herida grave
se muere la esperanza
arrumbada en la calle.
Glauco
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