Mamá, tú que al haber perdido tanto
haz hecho realidad el compromiso
de dar, ¡de dar!, porque así Dios lo quiso,
de dar, que así se vuelve grato el llanto.
Mamá, que en ti los años son poetas
y brasas matutinas son tus brazos,
abrásame en la miel de tus zarpazos
y guárdame en las flores de las grietas.
Te vas quedando vieja y arrugada,
te vas quedando quieta en mi mirada
como una fijación de eterno amar.
Lo has dado, hasta lo que pensaba
tú no podías tener; nunca se acaba
en ti el vivir que es para siempre dar.
Glauco
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