Ayer un hombre fui y ahora soy perro.
Me quedo en la quietud del alimento.
Me duermo sin necesitar el cuento.
Me consuelo en la sombra del encierro.
Le ladro al semejante que no noto
como mi semejante, lo desprecio
porque no es yo. Recaigo, soy el necio
que desbarata corazones rotos.
Si acaso me acarician me derrito
en las palpitaciones naturales
del flujo de las vidas animales.
Volver a ser un hombre necesito
para poder sentir que soy los otros
y en vez de "yo" poder decir "nosotros".
Glauco
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