Es Sócrates quien escuchaba voces,
pero también mentía para burlarse
de aquellos que gozaban de ufanarse
en razones inocuas, frías y atroces.
Las voces, según él, le decían cosas,
le hablaban de verdades y bellezas.
Burlose de Eutidemo y sus destrezas
y de Cratilo el nombrador de rosas,
también Critón sufrió los degradantes
efectos de las burlas del mayeuta,
el cínico y deshecho terapeuta.
Filósofo de hoy, mañana y antes,
diciendo que había voces que decían
razones que sólo ellas no sabían.
Glauco
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