Andar. Andar, andar. Andar y andar.
Andar es ir sin rumbo a donde el césped
intima en su apariencia con el mar
y es un poco de cama para el huésped.
Descanso de la vida y la pobreza…
Si el hambre… si el trabajo… si esfuerzo…
Si acaso alguien nos diera la destreza
de ser más que un soplido, más que el cierzo.
La ropa, los zapatos, las canastas,
las llantas, los asientos, la guitarra,
las ventas, las ofertas, las subastas,
el vino, los cigarros, la chamarra…
La falta de tener y el tener poco,
tan poco que se siente casi nada,
tiene al planeta entero vuelto loco,
al borde de caer por la cañada.
Comemos, si podemos, y bebemos,
si acaso se nos da, todo es recibo.
Andamos por la vida y no sabemos
el mínimo sentido de lo vivo.
¡Sin algo que nos dé! ¡Sin recibir!
¡Sin fuerza para recibir lo dado!
Humilde es el saber cómo vivir
sin creer que por tener hemos triunfado.
Glauco
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