ni de aquello llamado evolución,
no hay más vida que la revolución
de la carne, el espíritu y el hueso.
No me asumo pegado al crecimiento
ni me llamo a mí mismo una fogata,
soy más bien resultado de la ingrata
vida misma que enciende el sentimiento.
Hay algunos que dicen ser señores
de su propio destino y de la suerte
cual si fueran los amos de la muerte.
Yo me acuesto y levito entre las flores
con la fe de quien pasa por la vida
sin ser más ni querer curar la herida.
Glauco
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