Amenamente las mañanas cantan
con algo de musguito y de rocío.
Los ojos se cobijan con el frío
cuando el fuego y las almas se levantan.
Áridamente todos se amamantan
de noches sumergidas en un río
que más que ser lustroso es más sombrío
al punto que las almas se quebrantan.
Viviendo algunos, viven las mañanas.
Muriendo todos, mueren las tinieblas.
Florecen las violetas y vinieblas.
Algunas veces suenan las campanas
y muchas otras se calla la mente.
Es la canción que canta amenamente.
Glauco
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