para el aliento del tiempo,
no hay pendiente ni ladera
que pueda parar al cuerpo.
No hay calles ni monumentos
para la rabia ancestral,
todos actuamos violentos
ante el violento animal.
No hay silencio ni penuria
para la ofensa del hombre,
no hay manifiesto de furia
que pueda callar el nombre
del balcón, de la escalera,
de la leyenda, del cuento.
Para lo que hay en el tiempo
no hay cerrojo ni barrera.
Glauco
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