en los vellos más breves de mi brazo,
eres un proyectil que en el ocaso
me arroja hacia la luz, hacia la vida.
Y entre tu boca de Eva la manzana
se vuelve manzanar, se vuelve todo,
revela la sustancia que en el lodo
se dio. Tu beso, en la mordida, emana.
Bendita la pestaña que te inquieta
la vista, la mirada, el coqueteo.
Benditos los bastiones de Morfeo
donde se posa tu figura quieta.
Bendita la añoranza del pasado
que puesta en tu futuro se ha quedado.
Glauco
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