Cuando miro dormir a los que quiero
me vuelvo romancero.
Le cuento historias a los soñadores
sobre aquello que llamo mis amores
y, envueltos en rumores,
romanceando me vuelvo mensajero.
No soy Mercurio, tampoco soy Morfeo,
quizás soy más Proteo
y hago del sueño múltiples mensajes,
así los mil amores son paisajes,
descansos y parajes,
de, cuando sueñan, todo lo que veo.
Entrando allí en sus sueños me imagino,
mirando sus sentires me consuelo;
soñar es ese cielo
donde se calla el eco del destino;
soñar es nueva tierra, nuevo suelo,
es trazo insuperable del camino
que traza el adivino
para quien narra historias de desvelo.
Glauco
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