e inmensamente malo
me siento en el momento que despierto,
soy trino y soy veneno,
soy daño y soy regalo,
soy en vigilia más que un hombre muerto.
Un cielo sin palomas
caduca en la memoria
de aquello que llamamos la mirada:
ya no hay muros ni lomas
ni vueltas en la noria,
no hay algo que no pueda ser la nada.
Volando en los recodos
de huellas y de abrazos
me siento como un fuego calientito
perdido entre los todos,
perdido entre los pasos
del bien y el mal callados con su grito.
Glauco
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