Suponía que mi recuerdo no cambiaría nada y que todo seguiría tan difuso como al comienzo de lo que se pudiera denominar “nuestra historia”. Pensé en el porqué las cosas acababan súbitamente mal cada vez que teníamos la oportunidad de pertenecernos, y sin nostalgia ni enamoramiento tardío, comprendí que estábamos en momentos distantes, viviendo experiencias desiguales. Estábamos destinados a perecer frente a nuestros sentimientos mutuos, que ahora más que amor o afecto pudiera catalogarlo como añoranza. Pero ¿cómo encasillar estas emociones? Si vivo bajo el sofisma del elefante y frecuentemente mis relaciones se limitan a esa tristeza empática que se tiene ante la soledad de otro que se encuentra dilatado frente a los pantagruelicos abismos de la futilidad y la contemplación humana. Me sorprendí al retirar la vista de mi mismo y me concentré lo más posible en lo que aún recuerdo de su presencia, y traté de encaminar ese recuerdo hacia la mejor de las callejuelas donde mi mente pudiera darle un valor especial que no fuera el de sólo un recuerdo. Distraído, trate de no sucumbir a la tentación de mostrarme egoísta como siempre he sido, y contemplé la lejanía de nuestros pasos; la distancia de nuestras miradas se posó en mi hombro y me hizo dar una leve oteada hacia ningún lado porque no había nada que mirar, ni siquiera una breve semblanza de lo que pudo suponerse como un suspiro. Los poemas flotaban como abanicos tirados en el desierto ante la inutilidad que representa pelear contra lo que es infinito. Mire su fotografía y todo quedó muy claro. La belleza de los días no es lo mismo si no está, pero hay otra candidez en el alba, y respiro con la tranquilidad de que el camino que ha seguido será el correcto. El dolor de la existencia ya no me transforma, y la alegría de la vida aún es una perogrullada a la que dulcemente esquivo. La veré pronto si es posible y le recuerdo con grata ternura. Con una ansiedad distinta que no representa la satisfacción de apetitos frívolos que puedo saciar al escabiar por las madrugadas añorando encuentros inquietantes con un futuro latente que se autodestruye a cada paso que doy en falso; con esa vivacidad ausente pienso en usted. Discurro sobre la oquedad que ha dejado su ausencia sobre el supino cuerpo que me representa en el mundo, y me desconozco e imagino lo que podrá pensar sobre lo que represento en esta vía, y generalizando, como cualquiera dirá que en la ausencia de mí mismo me limito a huir en las poesías zainas que he regado ante los pasos de cualquiera que se aproxime lenta y cuidadosamente a mi alma, sin suponer que soy una trampa con piernas que encandila como un faro apagado, que en su mutismo crea una despiadada seguridad sobre la soledad del mar, logrando que ante la inevitable destrucción de su bajel, el visitante de mi isla se corrompa y viva en la entera destrucción fársica a la que lo someto, hasta que sea capaz de elevarse por encima de mí, logrando perpetuarse en mi mente como otro descalabro imprudente y despiadado del que algo tengo que aprender y en el que siempre termino hospedado sin comprender hasta donde llega mi deshumanización. Que bella definición de mí. Pero es la imagen que tengo sobre usted lo que más me inquieta, porque temiendo que usted fuera una mujer peligrosa, me di cuenta de que todo lo que quería era que la quisiera sin embustes ni engaños; que a lo único que le tuve miedo siempre fue a encontrarme con que no era capaz de vivir sin usted, y que unidos sólo lograría acechar, agazapada, la insuficiente vida que siempre he tenido y que recelo como si fuera un gran tesoro, cuando sólo es un cofre lleno de nada, en el que me la paso contando ausencia tras ausencia, anunciando a mí mismo una soledad perenne que terminaría rompiéndome los huesos hasta dejarme en nada, vuelto sólo una polvareda que se aniquila en la pulcritud del viento que se arremolina sobre los cuerpos de todas aquellas que fueran mis amantes y que con mi ausencia resplandecieron como soles empeñados en florecer lejos; ausentes de la sombra de la sombra que siempre he sido. Que vida es esta en la que le auguro lo mejor al mundo, pero me quedo corto cuando pienso en mí. Bella es esta alegría tristona que le regalo a la vida y que no es sólo una carta de amor tirada a la basura; es el testamento de lo que no fui escrito por alguien que ya ni siquiera está aquí.
Presentación

Silencios
miércoles, 4 de enero de 2017
martes, 3 de enero de 2017
Capítulo 1 “Mi visita"
Duda, misterio e inquietudes, aspectos que destacan en este primer capítulo de la novela Ella. Haggard continúa envistiendo de incertidumbres aquel viaje al África. Iniciamos bajo un segundo nivel de narración, el de Holly, quien se encargará de relatar todo el viaje. Estamos, pues, leyendo el manuscrito entregado a Haggard por parte de Holly. ¿Esto desacredita el relato?, ¿la novela de Haggard es mera invención literaria?
Horace Holly comienza su relato describiéndose a sí mismo. Su aspecto físico de por vida lo asemeja a la señal o marca de Caín. Esto despierta mi atención, puesto que no hallo una relación directa a esta referencia bíblica, ya que de no tenerla temo que dicha alusión no resulta pertinente a la narración. Esto porque Caín lleva la marca puesta por Yavé por cometer fraticidio, no obstante Holly no a cometido crimen alguno (su fealdad no es un crimen). ¿La Naturaleza le impuso un castigo a Holly por su fealdad?, ¿Por qué razón? Visto así no tiene relación alguna. Sin embargo, quizá su referencia sea porque el relato de Caín y Abel, primeros hijos de Adán y Eva, inicia justo cuando se le niega el Árbol de la vida a estos últimos. Dejemos esto como mera hipótesis.
Siguiendo el relato, la llegada de su amigo Vincey (padre de Leo) en estado decrépito despierta el interés del narrador. Dice que pronto morirá y recita unas palabras "No existe la muerte Holly, sino sólo un cambio". Quiero resaltar estas palabras porque más adelante nos darán mayores luces. Amén de dicha sentencia, el moribundo Vincey le dice a Holly que ya llegó su fin y que se haga cargo de su hijo que ni siquiera a visto por más de cinco años. Dice pertenecer a una antigua estirpe, remontada a la XXIX dinastía, la de Hak-Hor, con un sacerdote llamado Calíkrates. Pues bien, dicho Faraón es Acoris, que gobernó del 391 al 379 a. C., que coincide con la fecha dada por Vincey, 339 a. C. En dichos años, en efecto, Acoris realizó alianzas con pueblos griegos. Aduce que el abuelo del Calíkrates egipcio fue el Calíkrates espartano descrito por Heródoto. Holly refiere el pasaje de Heródoto como nota al manuscrito, pero no coincide en un aspecto. Dice que Calíkrates fue enterrado con los ipibes, tras la famosa batalla de Platea, no obstante, remitiéndonos al historiador griego, éste dice que fue sepultado con los irenes, con los espartanos que tenían voz en la asamblea. Ligero detalle, quizá fue a propósito por parte de Haggard. La diferencia es que sólo fue enterrado aparte no por su valentía, sino simplemente porque tenía un rango dentro del pueblo espartano. Así, Calíkrates, sacerdote egipcio, rompío sus votos y huyó con una princesa. Lo importante a resaltar son el rompimiento de los votos y la referencia egipcia que debemos tener presente para más adelante.
Naufragan, son recatados por una misteriosa reina, ésta asesina a Calíkrates y su esposa logra huir y en el proceso tiene a un hijo en Atenas, al cual llamó Tisístenes. La etimología de los nombres es peculiar, Calíkrates significa el fuerte y hermoso, o la fuerza de la belleza, mientras que Tisístenes significa herir con venganza. Esto nos insinúa, quizá, un conflicto entre la lucha de la belleza con la venganza, ¿cuál será el mediador de ambos?
Finalmente, la estirpe de Vincey se coteja con los romanos, luego en la era cristiana, donde el nombre de Vengador se corrompió con el de Vindex y posteriormente en el de Vincey en la era moderna. El amigo de Holly le pide hacerse cargo de la tutela del niño con la única finalidad de que cumpla con lo que hay escrito en una carta y que a su vez se relaciona con el contenido de un arca de hierro. Lo último que sabemos es que todo esto surge a raíz, nuevamente, de un viaje realizado por Vincey al sur de África, en la bahía de Delagoa, hoy en día la ubicada en Mozambique bajo el nombre de Maputo.
Acto seguido Vincey sale del cuarto de Holly para que éste, a la mañana siguiente, se entere de su muerte. La muerte de Vincey parece una señal o anuncio de cómo se relaciona la vida y la muerte. En dicha tensión tenemos a los personajes Calíkrates y Tisístenes, es decir, la fuerza de la belleza y la herida de la venganza. Esto parece sugerir uno de los temas centrales de la novela, esta lucha de contrarios.
La incertidumbre aumenta en vez de disuadirse.
Aurelius
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Vasos cincelados (Aurelius)
lunes, 2 de enero de 2017
Un soneto
Maltratando a la musa
Ilusiones verdaderas
La ilusión no es nada sin la realidad.
La realidad no es nada sin la ilusión.
La ilusión la vemos en una oración.
La realidad sólo se ve en la verdad.
No es iluso el que cree en los reyes magos
ni realista el que de todo da razón.
La oración ilusa nos da dirección.
La realidad sincera nos da halagos.
La verdad ha de llevarnos hacia el bien
siempre que haya una ilusión que le alimente;
la ilusión es una verdad referente
que motiva, jacarandosa, a quien
voluntarioso marcha al cielo rojo
con la verdad y la ilusión en sus ojos.
Talio
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De chistes malos y bromas pesadas
Yo no soy el tipo más brillante, pero sí, muy seguramente y en mi humilde opinión, el más torpe.
domingo, 1 de enero de 2017
El pájaro cucu
Men are more
ready to repay an injury than a
benefit
because gratitude is a burden and revenge, a pleasure.
Tacitus (56-120 AD)
because gratitude is a burden and revenge, a pleasure.
Tacitus (56-120 AD)
Pájaro Cucu: Dícese de un pajarito bien curioso y algo torpe,
bautizado con el nombre más común que se
les pudo ocurrir: cucu.
El pájaro cucu, ave cuya función en el mundo desde el nacer es
sabotear. Naturaleza maravillosa y sabia. Empollado por una madre distinta a la
que escupió el huevo en realidad, abandonado en un nido ajeno al suyo, porque,
de hecho, su madre ni siquiera nido pone. Al nacer, su instinto lo lleva al
borde del homicidio, arroja del nido sin contemplaciones a los polluelos no
natos y asesina cruelmente a los que nacieron antes que él. Su objetivo es ser
el hijo único de una madre a la cual nunca se parecerá, el ave en cuestión
acepta esta aberrante tarea puesto que han muerto todos sus hijos, todo su
esfuerzo y amor tirados al caño; mejor dicho, tirados del árbol y masacrados
inmisericordemente. Tiempo después el ave crece y abandona a su madre
sustituta, dejándola sola y sin nadie más a su alrededor. Los cucu saboteadores
vienen a ser la metáfora perfecta de lo que fue mi vida.
Llevo horas esperando que suene el timbre del
apartamento veintisiete del edificio F en los condominios Falcao en Derenguer
Brizuela, avenida Bonampak. Pero no apareces, te esfumas así sin más. Mucho
verborreaste sobre tu venida a las ocho de la noche; sobrepasan las frías,
heladas, once de la noche y ni tus luces. Espero que vengas.
He dilapidado despiadadamente el tiempo esta noche escuchando a
Chopin y a Radiohead, pero bueno, si a esas vamos, he dilapidado mi vida
entera. Pero muy a pesar de la delectable música que me acompaña en esta noche,
no me he podido sacudir la imagen tuya del cerebelo. Golpeo fúricamente mi
espalda con el respaldo de la cama, como si eso fuera a aparecerte, cual epifanía,
en la puerta de mi casa, pero igual lo hago. A intervalos de quince minutos voy
al baño a mirarme al espejo o a servirme otro trago de cognac robado de un Oxxo,
fue un crimen sencillo e impune. Me miro al espejo y no me reconozco del todo,
la cicatriz que me hiciste en la cara ahí sigue...La he adoptado como mi mayor
rasgo, el que más me identifica. Por encima de mis cejas altamente pobladas, mi
nariz aguileña y detestable o incluso mis ojos verdes que tanto me chuleaste un
tiempo.
Juego un rato con el cepillo de dientes que aún no has tenido la
decencia de venir a recoger, tampoco has venido por tus revistas, libros,
peluches o tu ropa interior. Te devolveré íntegras todas tus cosas, salvo tus
calzones negros y el negligé que tantas veces te arranque lujuriosamente en la
cama en que ahora sólo me recuesto yo; los uso para masturbarme apasionadamente.
Espero comprendas que es de suma importancia se queden conmigo, aún huelen a ti, a tu sexo,
al perfume natural que secreta tu cuerpo, como azahar, o algo parecido. Sabes
que soy pésimo para eso de los olores, pero la jodida tela aun tiene impregnado
tu pestilente olor a dulzura; así como toda la casa. No hace más de una semana
que decidiste largarte de nuestro apartamento (mi apartamento) y aún guardo tus
cosas, junto a ellas, el rencor y la sábana con la que me limpié el corte que
dejaste tatuado en mi rostro cuando no te dejaba marcharte. No te culpo, perdí
los estribos, pero ahora estoy más tranquilo, he sopesado la situación con madurez
ejemplar. No me importa más que te hayas revolcado con mi mejor amigo, Eduardo,
con aquel esperpento del bar, con mi casero y con el cabrón al que le compro el
pan. ¡Ninfomanía! Es todo, ¿no? No te preocupes, estamos muy bien tú y yo.
La verdad es que no me explico qué diablos vas a venir a
platicarme, la más sensata de las ideas sería cortar por lo sano al menos un
par de meses, dejar que cicatricen, como mi rostro, nuestros dolores. Pero no
me pude negar al auricular que me transmitía tu voz desde una cabina telefónica
en sepa la mierda dónde. Acepto con el más aciago de los resquebrajos en la voz
que también necesito verte, tal como tú peroraste por teléfono, la diferencia
es que yo sé que mi sentir es sincero, en cambio, de ti ya no se vislumbra la
más nimia de las sinceridades, muy a pesar de que siempre ha sido una de tus más
lindas virtudes. Tu cruda sinceridad para todo. Peleábamos tremendamente
gracias a tu virtud, pero siempre terminábamos reconciliándonos bajo el yugo
del placer carnal. Después, un cigarro para deleite de mi organismo, y tú,
clavada en tus libros de Nietzsche, Kavafis, Palahniuk o cualquier otro
escritor que considerabas de culto.
Yo te preguntaba acerca de algún libro y terminábamos teniendo la
más apasionada de las pláticas de pseudo literatos que pueda imaginar,
defendiendo nuestros argumentos acaloradamente, pero sin perder nunca el amor
que nos profesábamos.
Te espero...
Ahora prendo un puro que he encontrado mientras husmeaba en tus
cajones, ni sabía que fumabas puros. ¿Qué tanto más has escondido de mí? El
puro sabe asqueroso, pero lo sigo fumando, sigo chupando del tremendo pucho que
se carga el tabaco. No sé si lo hago porque ya no sé de qué manera matar el
tiempo o porque es una patética manera de aferrarme a algo de ti, a cualquier
estela de tu ser.
11:15 Prendo la tele para ver si encuentro algo que ver, me quedo
viendo un sitcom que me distrae un poco, previniendo cualquier devaneo que
circulase por mi cabeza. Para mi mala fortuna el programa dura media hora y me
preparo emocionalmente para cuando termine y de nuevo todo el malestar me atormente
a las once treinta.
11:30 Efectivamente, los demonios han vuelto a circundar este apartamento
que apesta a marihuana y a mugrero, pero he logrado socavar un poco sus
chingaderas.
Voy por vigésima vez al baño, cago un poco mientras leo una
revista del national geographic. Encuentro un articulo curiosísimo acerca de un
pajarito, de nombre Cuculus Canorus, habitante del continente asiático, ¡curioso
el reportaje eh! A ti te gustaría leerlo, quizás incluso te lo enseñe cuando
vengas. Si es que te presentas. Te amo
11:40 Vuelvo al refugio que me ofrece la música, ahora me decanto
por escuchar un poco de rythm and blues, trueno los dedos al ritmo de la música
y hago ruidos con el pie, como si pisara el bombo de una batería, en verdad, me
siento de maravilla. Pero de repente sale una de esas rolas blue que me
recuerda a ti, específicamente, me recuerda de la vez que te encontré gozando
de lo lindo en nuestra cama (mi cama) con el jodido panadero. Al menos tienes
buen gusto para poner música a la hora de coger. Te odio.
11:45 Me marca Adrián, me relaja un poco su llamada, me cuenta
acerca de un antro en el que quieren que toquemos, me pide mi batería para
llevarla al bar, es la única condición que ponen en el tugurio malamuertoso.
Accedo sin pensarlo, me promete que la paga será remunerada en alcohol y comida,
suficiente para un alma como la mía por sentarme a batuquear. Le cuento acerca
del articulo del nacional geographic, pero más bien le toma un nulo interés a
mis palabras acerca del pajarito éste. Jodido simio troglodita que no aprecia a
los animales, siendo él, uno.
Le cuelgo, no sin antes dedicarle una calurosa mentada de madre
muy afectiva, la cual recibe con una sonora carcajada que me revienta el oído
por el auricular. Prendo un porro y me pongo a escuchar reggae para ambientar a
la perfección a la ganja que corrompe mi sistema. Me pongo drogado y no puedo
parar de reír. ¡Ya llega, Luna!
12:00 Decido que lo mejor en el estado en el que me encuentro es
leer un poco, bien sabes que soy fanático acérrimo de la lectura en estados
alterados. Me regocijo leyendo al cabrón de Cortázar, la noche boca arriba ¡pfff!
Qué bueno que dejaste tus antologías de Julio olvidadas, otra cosa que nunca más
verás, junto con tu ropa interior. Me han dado unas ganas tremendas de vivir
una guerra florida. Veo con clarividencia supernatural mi maltrecho cuerpo en algún
paraje del México precolombino, en taparrabo y tragando peyote y fumando
chocolate, huyendo o cazando indios, da igual. Qué buena época para vivir, ¿no?
Mucho mejor que este siglo atestado de porquería y banalidad, y no se diga nada
del consumismo que nos tiene agarrados de las bolas, pero lo cantó mejor Gardel
de lo que lo digo yo.
12:10 De nuevo me pongo a leer; ahora el objeto de mi lectura
radica en un articulo de periódico, al
parecer un cabrón en Noruega se ha congelado y puso una notita que me causó
unas risotadas escandalosísimas: “Descongélenme cuando el mundo sea un lugar
mejor” Jajaja pobre diablo, nunca saldrá de su tumba de hielo, pero huevos no
le faltan al nórdico ese. Pienso cómo
sería el mundo en el 2100, por alguna razón no lo veo súper tecnológico, lo veo
en la ruina, ya sin animales y con poca flora, con gente pululando hasta en las
cañerías. Aún más infernal que ahora, pues.
12:30 La puerta suena. Dado que tocan tres veces y en un intervalo
de dos segundos cada golpeteo, juro que eres tú. Por fin apareces, decido que
lo más sano es hacerte esperar un poco, pretender que he estado en el baño
cagando o algo así.
Te hago esperar dos o tres minutos y te abro. Luces radiante, el
vestido azul combina a la perfección con tus ojitos tiernos y pizpiretos.
Pareciera que te has propuesto excitarme, porque traes tus botas de cuero que
siempre te pedía te dejaras puestas cuando hacíamos el amor, tus piernas son un
templo al placer, pidiendo ser recorridas con el tacto de mis manos, o con la
lengua, los labios, con lo que sea. Quizás el punto flaco sea tu cabello
recogido, prendido de una liga, sabes que te prefiero con el pelo suelto. Pero
bueno, no has venido a satisfacerme ¿o sí?
Me saludas con un desdén que bien podría ser producto de mi paranoia
o una palpable realidad; es igual, no nos decimos nada. Con un ademán de mi
mano siniestra te indico que pases a lo barrido, tú pasas a lo barrido y enseguida
te adueñas de la casa. Todo parece cantar al unísono que Luna ha llegado.
Chinfleto el pez te ha extrañado, le he puesto un espejo como
recomienda Julio para que no se me deprima. A él se dirige tu excitante cuerpo y
tu mirada, le preguntas que cómo está mientras toqueteas su pecera. ¿Y yo qué? ¿No
te importa cómo estoy yo? Jodido pez.
Por fin preguntas cómo me va, según indica el protocolo para
iniciar una conversación. Respondo que ahí me va, que las cosas no van del todo
mal, pero también distan de ser dignas de regodeo y felicidad, el terrible ni
fu ni fa.
-Ah- Respondes, con un suspiro que me deja pensativo.
-¿Dónde te has metido? -Profieren mis labios antes de que pueda
controlarlos, no es mi intención ponerte en un interrogatorio, sólo es mera
curiosidad, no te dejes engañar por el énfasis de mis palabras.
Ni te inmutas ni mucho menos, con la más pacífica de las voces
respondes que vienes de un bar y que se te ha ido el tiempo porque estaba una
banda tocando los éxitos de los Rolling Stones. Sé que es tu banda favorita,
pero un mensajito para no tenerme con “el Jesús en la boca” habría sido la perfección.
-¿Y qué tal ha estado entonces?
-Uhh ¡ha sido una maravilla!- Respondes un tanto entusiasmada.
Contraatacas diciéndome que tengo la casa hecha un cuchitril, que
apesta a mota y que debería fumar en el balcón.
-¿Tienes algo de comer?- Te veo a los ojos y esquivas mi mirada,
huyes de ella con soberanos reflejos, con agilidad felina, como si ya supieras
lo que intentan transmitirte mis ojos.
- Sí, sírvete tu misma, a ver qué se te antoja
Se escucha el siseo del sartén cocinando un par de huevos, acompañado
del olor a una salsa que esperaba fuera mi desayuno. Es igual, bien puedo
tragar unas quesadillas que están exquisitas, a un par de cuadras, además la
señora siempre me habla cariñosamente ¿así cómo carajos no se le va a comprar a
alguien?
-Vengo algo tomada, pero me veo decente ¿no?
- Oh si, la verdad sólo note que estabas ebria por tu tic en la
nariz, siempre te delata.
- ¿Ah sí? Pues tú cuando bebes hablas como fresa. Siempre me
enteraba cuando estabas pedo por eso.
-Meh – Te digo desdeñosamente, como quien ha agotado sus
argumentos pero no puede dejar que el silencio se apropie de la sala.
Te brindo algo de espacio, no quiero sofocarte en lo más mínimo,
quiero que la pases bien. Es como un último tributo.
Prendo otro porro para relajarme un poco, ese vestido me está
seduciendo. Pero resisto envalentonadamente, como todo un caballero; mientras,
escucho atentamente las noticias acerca de tu nuevo apartamento en una zona que
desconozco de la ciudad. Te digo lo bien que me parece la brevedad con la que
te conseguiste un sitio.
-¡Es algo magnifico! -Digo, mientras para mis adentros pienso que estarías
mucho mejor siendo mi compañera de cuarto. Me veo tentado a contarte acerca del
dichoso artículo que leí mientras cagaba, pero me resisto. No pretendo estresarte.
- ¿Tienes algo de
beber?- Inquieren tus sedientos labios.
- ¡Of course!-Respondo,
no se porqué, en un idioma que detesto.
Raudo voy a la
alcoba por la botella de Martel y te sirvo un trago en un vaso de pokemon que
tengo desde la infancia. Sé lo mucho que te gusta, me pareció que te apetecería
degustar el trago en ese vaso.
- ¡Ohh! ¡Escuartoul!
– Tu sonrisa y carisma me embelesan. Te escribiría las peores poesías salidas
desde lo más recóndito de mi ser. Sólo por ver esos ojos tuyos que tanto evado
porque mucho me temo no poder dejar de verlos.
Suelto una
risotada que te parece simpática y contagiosa. Todo indica que nos sentimos en
confianza. Aún con esos silencios prolongados, la incomodidad de lo que era
antes nuestro, lo ahora ajeno, aún con la cicatriz que me has hecho, todo
parece comfort en el número veintisiete.
Degustas como si
no comieras en años el par de huevos, mientras yo observo pasivamente el
masticar y tus expresiones faciales. Sin embargo el cognac permanece intacto.
Me vuelves loco, mujer. Habría muerto en Troya por ti.
Una vez terminada
tu cena nos disponemos a beber a raudales, incluso brindas por nosotros, un
hecho bastante extraño, por cierto. Pero no por eso me niego a beber
sincronizadamente contigo en pos de una buena vida y por nosotros. El cognac me
sabe delicioso cuando lo combino con el efecto de la marihuana, me pides un
poco de droga y te la brindo con celeridad.
-Tengo cosas que
contarte, he pensado mucho en nuestra situación- Mascullo después de darle el último
trago a mi vaso. Enseguida terminas el tuyo de golpe, a pesar de que estaba
lleno.
- Yo también, la
verdad me siento mal, eres la persona más importante en mi vida y, quisiera
hablar contigo. Sé que todo ha terminado, pero no tenemos que estar mal.
Realmente siento todo lo sucedido. Por eso es que he venido, siento la
tardanza.
-No te preocupes,
en realidad el tiempo se me ha pasado rapidísimo- Miento, soy excelente a la
hora de mentir, así que por más que me conoces, no lo notas- Dime qué es lo que quieres hablar.
- No, no, no,
primero cuéntame tú. Anda.
No veo porqué
seguir con tanto misterio, así que te suelto todo:
-He perdido los
estribos desde que te fuiste, estoy en penumbra, me has hecho mucho daño, pero
no puedo evitar este fulgor dentro de mí. Te quiero en demasía, pero soy un
impulso, he hecho cosas estúpidas, que quizás no quieras oír, pero de todas
maneras tendrás que hacerlo.
Te ha cambiado el semblante. He logrado llenarte el corazón de
incertidumbre, te aferras al sillón como esperando lo peor. Y así sucede:
- He matado a
Eduardo, al tipo del bar, a mi casero y al jodido panadero.
Como un reflejo
cuando te quemas con alguna llama, te levantas del sillón, horrorizada.
Los hechos
acaecidos después de la noticia son un poco más neblinosos, pero aún puedo enumerarlos.
Te echaste a llorar y pretendías irte como aquel lluvioso domingo que te largaste.
El furor de nuevo se apodera de mí, abro mi gabardina y desenfundo el revólver
que ha asesinado a todos tus amantes, eres la próxima victima de esta pistola.
No hace falta decírtelo, está implícito. Gritas, un poderoso grito que me
dispongo a ahogar después de mandarte un beso desde lejos.
Tu cuerpo, tu
delicioso ser, cae desfallecido en nuestra sala (mi sala), no hay vuelta atrás.
Ahora sólo queda terminar con mi vida, otro balazo y morir poéticamente encima
de tu cuerpo, así ha sido planeado desde los veinte minutos que se sucedieron
después de limpiarme el corte que me hiciste ese domingo.
Pero no contaba con lo hermosa que te verías este día, así que, súbitamente,
cambio de planes y me dirijo a la alcoba, saco una botellita de vidrio de esos
refrescos rojos a los que me hiciste adicto, el cual está lleno de pastillas
con las cuales nos drogamos tantas y tantas veces. Tomo veinte pastillas,
dieciocho veces más de la dosis recomendada para un junkie con callo como yo.
Después, levanto tu vestido hasta más arriba de tu cintura, acaricio tus pechos
entintados de hemoglobina. Recorro con
mi lengua esas piernas que tanto me gustan, me hundo en tu sexo. Una lástima que
no puedas sentir las caricias que te brindo con pasión y encono.
Me doy rienda suelta sobre tu
finiquitado cuerpo mientras te voy contando a detalle acerca del pájaro cucu,
segurito que te habría gustado oír de un pájaro tan peculiar. Bajo mi pantalón y
sigo de aquí hasta que saque espuma por la boca, presagiando el final de mi
vida.
Te doy un último beso sobre los carnosos labios y cierro tus
ojitos pizpiretos, beso tus párpados cerrados y te dedico la más grande sonrisa
que jamás he hecho. El plan, a pesar de los inconvenientes, ha funcionado,
moriremos juntos poéticamente, unidos en un último arrebato de pasión. A veces
soy tan romántico...
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