Ensayamos reconociendo nuestra imperfección. La palabra se utiliza recurrentemente, por ejemplo, en el arte musical cuando el intérprete practica una melodía que aún no logra ejecutar bien. Mediante su ejercicio constante el artista intenta llevar a mejor condición una pieza musical: ensaya hasta perfeccionarla. En algunas ocasiones se inspira y modifica lo que ejecuta, reescribe la partitura o cambia el tono si lo considera necesario. Ensayar no se queda en repetir.
De manera semejante al músico, un zapatero o sastre ensaya en su oficio. El aprendiz, el joven que desea sus primeros billetes, reconoce su torpeza inicial para zurcir o cortar apropiadamente un pedazo de tela. ¿Qué decide hacer? Solicita un consejo, reflexiona sus errores antes de dormir y ensaya su técnica. Mientras remienda ropa se remienda a sí mismo.
Si notamos que ensayar contribuye a reparar o mejorar, no es sorpresa que tal actividad también sea planeada para los estudiantes. Frecuentemente escuchamos que el maestro encarga un ensayo del tema visto en clase o leído en clase. Debido a que su alumno continúa aprendiendo, un modo para evidenciar que cumple con su trabajo es leerlo. La escuela funciona puliendo las habilidades de sus ingresados, el alumno practica y practica hasta poder salir de la institución. El símbolo de su mejoría reside en que consigue un buen trabajo. Semejante a como ocurre con el técnico, su victoria se refleja en las monedas o en convertirse en un aporte útil. Si puede integrarse bien a la sociedad, el alumno ha dejado de ser niño.
No obstante, por otro lado, el joven puede conservar su espíritu de estudiante. Seguir reconociendo su ignorancia para llegar a derroteros insospechados. Quizá no tiene completa seguridad que éstos serán mejores, pero al menos los cree así (en caso contrario, ¿qué lo motivaría a seguir aprendiendo?). Y si bien no cesará de encontrar errores, no por ello se desalentará. Como alcanzamos a ver, el ensayo puede partir de una deficiencia para enmendarla. En el caso específico del ignorante, ensaya para zurcirse y lograr vestirse en la sabiduría. Pese a que se enfrente a problemas aparentemente irresolubles o falsedades seductoras, imagina posibilidades para librarse de ellos. En este sentido ensayar lo mantiene reflexionando.Observamos fácilmente nuestra debilidad y susceptibilidad a equivocarnos, sin embargo somos capaces de intentar resarcirnos. Ensayar permite volvernos buenos músicos, buenos sastres o buenos estudiantes, es decir, puede conducirnos a una plenitud.
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